Este libro es de esos que yo vería en las Librerías y pasaría de largo sin mostrar ningún interés. Primero, porque el título tiene una mala palabra y no tengo intención que mi hijo la vea, la lea y la aprenda, inocentemente atraído por un hermoso tigre sonriente. Segundo, porque no soy muy fan de los libros que escriben los psicólogos. Es como si ya hubieras visto todos sus consejos en instagram y en facebook, además que siempre siempre tengo la mala suerte de leer alguno que es ateo/progresista con ideas con las que no comulgo. Y de eso encontré un poquito en este libro, aunque sospecho que más que progresista, la autora tira a lo feminista ... ojo, que son vagas especulaciones en base al tonito condescendiente que le sentí mientras leía.
No es un mal libro, comienzo diciendo eso. Se lee fácil, se lee rápido y lo encuentras por montones en las librerías de Panamá (El Lector por B/.20.00, en Romero por B/.18.00 y en El hombre de la Mancha está agotado en todas las sucursales); pero tiene por pedazos, insinuaciones políticas que no me terminan de agradar y con las que no estoy de acuerdo.
La primera parte me parece la mejor, porque habla acerca de cómo funciona tu cerebro ante estímulos y provocaciones, y cómo puedes entrenarlo para que no caigas en trampas y juegos mentales de otros que disfrutan ver el mundo arder. Así puedes encontrarte en el trabajo, en la universidad, la escuela o hasta en tu propia casa, personas que buscan constantemente el conflicto. Como si esa fuera su gasolina. Desde la gente que es simplemente es maleducada, a la gente chismosa, aprovechada o entrometida; hasta la gente que raya en lo manipuladora, narcisista o psicópata. Ese aspecto neurocientífico me parece interesante y útil. No es que no supiera dicha información antes, repito: no me es información particularmente nueva, pero es útil. Y te da ejemplos de cómo pueden comenzar esas conversaciones, para que te anticipes al desastre y sepas cómo pararlo o evitarlo.
Luego está la otra mitad del libro, donde la autora te insiste que los límites son importantes para identificar quién nos respeta y quién no, pero culpabiliza a la cultura judeocristiana de enseñar que "la estética debe ser aprobada por la sociedad", "nunca jamás deben decir no porque la consecuencia es que pueden hacer sentir mal a los demás" ... ¿peeeerdónnnnn? Eso es falso. Yo soy cristiana, ya he leído la Biblia completa una vez y la estoy volviendo a leer y las enseñanzas judeocristianas no van por esa línea sino todo lo contrario. Valga la pena resaltar que los valores judeocristianos según la autora son el problema y no los del islam, ni los del vudú, ni los de la santería, ni los del budismo.
Según Alba Cardalda "Nuestra cultura judeocristiana es, como vemos, uno de los principales factores que nos ha obstaculizado a la hora de aprender a poner límites de forma asertiva y sin sentir culpa". ¿Vea la cosa? No Alba Cardalda. La gente no pone límites porque tiene una autoestima baja o porque en su casa no lo aprendió o porque no ha madurado. Esa es la conclusión que enseña la Biblia cuando dice "ama a tu prójimo como te amas a tí mismo", o sea, no lo vayas a amar más - pero ámalo. ¿Nos dice la Biblia que seamos tontos, que nos dejemos pisotear del prójimo? No, lo que enseña es que el "ingenuo se cree todo lo que le dicen, pero el prudente mide bien todos sus pasos", por eso "el sabio es cauteloso y se aparta del mal".
Luego nos encontramos sus perlillas de sabiduría con el neolingüismo. Nos asegura que límites no es lo mismo que limitismo. Pues claro que no, porque la palabra no existe, te la inventaste Alba. Y sigue diciendo la escritora que una manera de convertir un remedio en un veneno es añadiéndole al final el sufijo <<ismo<<, sí, así lo usa para "expresar una postura radical a la hora de establecer límites". Pero en la lectura queda claro que esto solo aplica para el liberalismo, el capitalismo, el fanatismo (porque los menciona) y evidentemente no sucede igual con el socialismo, feminismo, progresismo (a quienes jamás menciona, porque está perdiendo adeptos supongo).
En fin, que si quieren leer el libro que no sea por recomendación mía. Yo solo lo compré porque quería participar en un circulo de lectura donde estaban otras dos amigas y en estos días estoy muy necesitada de socialización y compañía. Lo de querer pertenecer a la manada es una verdad tan grande como un templo.
El libro no es una tortura china y dista mucho de ser una maravilla, pero me sirvió para avanzar a mi cuarto libro leído del año en mi Reto de Good Reads.
Gracias por leer y se me cuidan.
No es de mi tipo de libros, pero que bueno igual que te hayas animado a leerlo.
ResponderEliminarUn beso desde Plegarias en la Noche
Es cierto que necesitamos socializarnos para sentirnos bien, necesitamos compartir impresiones y emociones con otros semejantes. Por eso entiendo perfectamente que simplemente por eso hayas leído un libro que no te ha complacido en exceso. A mí los libros de autoayuda no son de mi gusto, pero sí que he leído alguno. Los hay mejores y peores. Estos que todo lo negativo lo achacan a la cultura judeocristiana, y a determinados pensamientos políticos no me agradan en absoluto. Y no me agradan porque los veo manipuladores porque todo lo intentan llevar a su molino de manera manipuladora y nada científica.
ResponderEliminarUn abrazo, Fani
La verdad es que el título tampoco me acaba de convencer y es algo importante en una obra literaria. Me gusta que incidas en la crítica hacia los aspectos que menos te han gustado porque no es muy común en las reseñas literarias. No todo lo que leemos o vemos nos tiene porque gustar. Me quedo también con la primera parte parte del libro pues es importante tener orientaciones sobre como moverse ante provocaciones y más en un mundo tan tóxico como vivimos.
ResponderEliminarGracias por la reseña, Fani.