Reseña: Capitán de las sardinas de Manuel Manzano

Un libro que compré por instagram hace tiempo y al que le di la oportunidad por tratarse de una novela cómica sobre un asesino en serie totalmente ciego. La idea me pareció original, no obstante, en gran parte me aburrió. Se lee rápido, eso sí, con capítulos cortos, en los que lastimosamente abunda el contexto y recuerdos, pero que realmente no aportan gracia sino complicar la fluidez de la lectura.

Gabriel es un hombre ciego por culpa de su madre, un monstruo que lo maltrató hasta dejarlo sin vista con un castigo animal. Primera cosa que no me causó gracia, y yo, aunque no soy de la generación de  cristal, me cayó tan pesada la disfuncionalidad de esa casa que hasta llegué a creer que el autor debió dirigir su novela hacia el camino del drama y la tragedia, cosa que le habría resultado mejor. 

Tal como comenté en Good Reads, este libro parece haber sido escrito para paisanos del autor, y quizá sea por eso que no me gustó o no entendí su humor. Empezando por el título "Capitán de las sardinas", una expresión europea, o a lo mejor solo española, que no sabía qué significaba y tuve que investigar. No hay nada en la historia que conduzca a un latinoamericano a pensar la relación entre el título y los acontecimientos que se relatan. A menos claro, que dicho lector ya haya estado en contacto con la expresión antes.

A mí me ha parecido una lectura decepcionante y no es un tema de que sea malo, simplemente se aleja de lo que a mi gusto personal considero gracioso. Lo adquirí creyendo que leería una comedia original, con un humor tonto, tan tonto como para imaginar al ciego estrellándose por todos los rincones para poder atrapar a su víctima o haciendo ruidos que lo delatan mientras avanza para matar por sorpresa, sin embargo no encontré nada de eso. Me aburrí la mayor parte del tiempo, aunado al hecho de que se hizo más  énfasis en hacer patético a Manuel e insensible a Enma, que al propio protagonista parricida, invidente, diabético, para colmo zoofílico. De hecho, Gabriel, el asesino, aparece muy pocas veces y básicamente solo para matar.

Por otro lado, las notas al pie de página son demasiado, me pongo a especular si acaso el escritor se concentró más en la forma del libro que en la sustancia. 

Realmente no me parece una novela graciosa, salvo por un diálogo entre el desaseado investigador de policía alejado de la ley y su ayudante feo. En resumidas cuentas diría que me quedó debiendo lo principal: diversión.